1.3. La correosa servidumbre a las tendencias y a las modas.

Esa singular y contemporánea diáspora de modas y tendencias, recurrentes y extraordinariamente homogéneas, que los canales globalizadores se encargan de difundir, genera uno de los lastres más potentes que limita cualquier actividad creativa. Unas pesadas trabas que impiden la evolución del pensamiento y que confirman la máxima de que todo tiende a aburguesarse, a seguir las corrientes de masas por muy infames que sean y a respetar las vías de opinión mayoritarias como si fueran doctrina divina. El arte, por supuesto, no permanece ajeno a estas premisas.

Es cierto que la fuerza de seducción de las tendencias es enorme, pero hay que hacer un esfuerzo por huir de ellas cuando sus caminos están agotados, cuando su estética se repite hasta el absurdo o cuando las filosofías en las que se apoyan han perdido todo su sentido. En muchas ocasiones, y en un afán mal entendido de modernidad petarda, algunos débiles de espíritu las asumen en momentos en que, completamente manoseadas por cualquiera, entran en decadencia. Estos pseudoartistas, normalmente respetando las formas de moda pero sin preocuparse por sus contenidos, nos castigan realizando obras insufribles, vacías de concepto y contribuyendo a otra extraña paradoja moderna donde lo aparentemente alternativo e independiente marca tendencia y termina situándose, también, como corriente mayoritaria ¿curioso no?

Así mismo, otro de los males vinculados a las modas y tendencias, es que muchos artistas -forzando su producción deliberada o inconscientemente- han ido acomodando sus obras a estos nuevos contenidos -alguno no excesivamente afortunado- y, con ello, han ido pervirtiendo poco a poco su libre creación, compareciendo, en ocasiones, presos de estos valores preestablecidos, algunos solventes y estimulantes, pero muchos otros completamente vacíos, fruto de esnobismos sin calado, que no hacen más que confundir al creador cuando la supuesta voluntad era no confundir al espectador. Efectivamente, reaccionando contra la inaccesibilidad que frecuentan ciertas manifestaciones del arte contemporáneo, los artistas han pretendido tutelar al publico –normalmente en pos del mercado o del éxito- de una forma excesiva y simplista, concediéndole una estética y unos contenidos de moda, homogéneos, fácilmente reconocibles y asimilables sin apenas esfuerzo, que conseguirán acercar al espectador a la plástica actual, pero que le dejarán satisfecho, tan sólo, de una manera muy epidérmica.

No hay comentarios: